Los Macchiaioli:
Luis Quiñones García.
¿Fue el
grupo de impresionistas franceses el primero de su estilo? ¿Hubo algún
precedente dentro de la renovación artística europea de mediados del XIX? ¿Qué
similitudes guardaban con otros grupos contemporáneos o anteriores? ¿Se puede
hablar de realismo impresionista italiano? Gracias a la exposición que, bajo el
titulo Macchiaioli, realismo
impresionista italiano, puede verse en la fundación Mapfre la respuesta a
todas estas cuestiones puede ser esclarecida.
En torno a
1852 surge en Florencia un grupo de artistas que durante sus reuniones en el
café Michelangiolo deciden emprender una renovación de la pintura académica, en
la cual se habían formado. Durante sus discusiones sobre pintura y política se
configuran como unos firmes defensores de la modernidad, de un nuevo modo de
concebir el arte, muy influido por la fotografía, y en general la nueva Italia,
que comenzaba a buscar su unificación e independencia de los austriacos. Será
un grupo que trabara amistad y se congregará en torno al crítico y mecenas Diego
Marelli, en cuya hacienda trabajarán de manera conjunta con el fin de estudiar
la riqueza cromática de la campiña toscana.
Es
precisamente esta pintura al aire libre una de las principales señas de
identidad del grupo. Al igual que las manchas de color fuertemente contrastadas
que marcaban los claroscuros del paisaje y que llevaron a que algunos críticos
les denominaran peyorativamente como macchiaioli. Por lo general su producción
se basaba en obras de reducido tamaño en las que se representaban paisajes,
escenas campestres o retratos de la burguesía. Al igual que más adelante harán
los impresionistas franceses estos jóvenes artistas se interesaran
profundamente por las nuevas investigaciones del color y la luz. Se eliminan mediante
estos valores las habituales perspectivas escenográficas y el realismo social,
en favor de una concepción mucho más poética y sentimental de la vida y el
paisaje rural. No obstante estas innovaciones no ocultan ciertas
características profundamente arraigadas en la tradición italiana desde el
Treccento y Quatroccento como el formato apaisado o el empleo de la madera como
soporte.
Aguadoras de Livorno, Giovani Fattori
Las guerras
contra Austria y por la unificación abren un nuevo periodo para el grupo ya que
muchos de ellos se alistan como voluntarios en el ejército nacionalista
Italiano participando en diversas campañas y conflictos en favor de la unidad.
La retorica belicista permea en su arte y se generalizan las representaciones
bélicas y gloriosas en las que se muestra a los combatientes y a los mártires,
en una imagen plástica del Risorgimento italiano. Pasados los momentos de
exaltación patriótica la mayoría de los artistas se asientan en el pueblo de
Piagentina, donde se centraran en el retrato de la intelectualidad burguesa con
obras que jugaran con la espontaneidad del posado para superar las normas
clásicas. En este momento final de la década de 1860 se hace aun más patente la
influencia renacentista, ya que con su recuperación pretendían dar una base
solida para un futuro arte nacional en el que tampoco se debería renunciar a
los valores lumínicos de la nueva pintura.
De Guardia, Giovani Fattori
Los
paralelismos con el posterior grupo de los impresionistas del café Guerbois son
fácilmente apreciables, desde el lugar de sus reuniones hasta la
experimentación de la luz y el color, pasando por la temática basada en los
paisajes al aire libre. Por estas razones los macchiaioli han sido considerados
en muchas ocasiones como un precedente poco difundido de la pintura
impresionista, o al menos un grupo de gran influencia en ella. De hecho la
influencia de estos artistas italianos, entre los que encontramos a Giovanni
Fattori, Telemaco Signorini, Odoacro Borrani o Cristiano Banti, no debe
reducirse a la renovación pictórica francesa sino que puede ser rastrada en la
obra de pintores españoles como Mariano Fortuny (también presente en la
exposición de la fundación Mapfre).
La Visita, Silvestro Lega
Bibliografía:
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