Remate a la figura de Van Gogh: el concepto del retrato:
Para terminar con el repaso a la afamada figura de Vincent
Van Gogh, procedemos a realizar una leve visión por su carácter más retratista.
Abrimos el apartado del pintor con “La Berceuse”, uno de sus retratos más
desconocidos y que a opinión personal, guardaba una temática digna a destacar
en el blog.
“El campesino, retrato de Patience Escalier” |
El retrato fue sin duda un paso decisivo durante su carrera,
donde fundió la tradición realista traída de su propia tierra de manos de
Rembrant y Hals dell XVII con su propia corriente impresionista. Concluyendo
una síntesis de la figura humana en la cual el pintor nos posiciona al color
como protagonista una vez más. Sin embargo, hay un gran cambio en sus series de
retratos: Van Gogh busca ganarse el favor del público, intentando popularizar
su uso de los pigmentos fuertes y expresivos, sin fructificación alguna.
El concepto de retrato da un paso más allá de la mano de
Vincent, busca reproducir fielmente la fisonomía del personaje y añade los
colores estrafalarios y oníricos, con el fin de crear una simbología propia.
Uniendo un retrato fiel del exterior del personaje con unos pigmentos
surrealistas para llegar a la concepción interior del retrato. Por lo que
debemos entender al individuo como un arquetipo. Un ejemplo de esto serie la
pareja de retratos de 1888 “El campesino,
retrato de Patience Escalier” y “El
poeta, retrato de Eugène Bosch”. El primero se trata de la representación de
un hombre en avanzada edad que había dedicado su vida a la ganadería vacuna.
Pero es transformado en el prototipo del típico campesino: con las extremidades
superiores curtidas por el trabajo, la cara con señas de años de labranza y
numerosos surcos y arrugas. Además le confiere un toque figurativo para
resaltar aún más su profesión, viste el típico blusón azul de trabajador. Un
azul intenso, que crea un contraste vivo con el naranja intenso cálido del
fondo, que viene a figurar la representación de la cosecha y el ardiente sol de
Mediodía. Añadiendo otro motivo más para dejar obvia la personalidad del
retratado.
“El poeta, retrato de Eugène Bosch” |
Su pareja, “El poeta,
retrato de Eugène Bosch” es la representación nuevamente de un amigo de
Vincent, un pintor belga y con ello, cuida las formas y busca con más
intencionalidad resaltar su personalidad y figura. Tras el busto del personaje
vemos un cielo estrellado, de nuevo una alusión al recurso de la noche que
tanto incitaba al pintor. En este caso busca figurar lo infinito mediante un
intenso azul que rompe la armonía con el naranja de la cara y la chaqueta del
personaje. La obra esconde la significación en este fondo de misterio y
estrellas, mientras que el del campesino se hallaba totalmente despejado. Hecho
que se debe a que el pintor busca llamar la atención del espectador a
diferentes puntos. Para entender el concepto del campesino deben observarse con
detenimiento las manos cruzadas sobre el bastón, que contrastan con el camisón
de trabajo, el gorro de paja, la cara cansada y abatida tras años de intenso
trabajo. Mientras que para el poeta encontramos pocos símbolos en la figura, es
un rostro que esconde diferentes sentimientos y por ello tan inmenso y difícil
de comprender como la propia galaxia. Un personaje misterioso y enigmático, un
artista que esconde todo su pasado en su mente, por ello sobran los brazos y
las ropas que pierdan la atención sobre la cara y el fondo de la obra, una
extensión de la mente repleta de ideas por brotar del escritor.
"La Silla de Van Gogh" |
El término “bodegón” para referirnos a Van Gogh se coge con
comillas y bastante mal pinzado, ya que sus “bodegones” o representaciones de
naturaleza muerta son una vez más un sentimiento escondido tras la pincelada.
Recurre al símbolo de la silla vacía como el propio reflejo de su alma, por lo
que en “La silla de Van Gogh” vemos como la silla recoge la pipa y tabaco del
pintor, como un leve desahogo hacia sus problemas personales. Las partes del
pequeño mueble como las patas y el respaldo se presentan sólidas, y el conjunto
en sí es muy simple y tal es su sencillez que se ha llegado a catalogar de “viril”,
del mismo modo que se catalogaban las órdenes griegos como dórico frente a las
del jónico.
"La Silla de Gauguin" |
Por otro lado, tenemos “La silla de Gauguin” donde se presenta el
opuesto al anterior. En el asiento descansan dos noveles como consuelo del arte
en la atormentada mente del pintor, la vela nos podría remitir a un “vanita”, pero
en este caso solo pretende crear sombras azuladas que llenen de contrastes el
cuadro. El contrapuesto de esta silla frente a su predecesora recae en las
líneas de los brazos, que se muestran más envolventes y curvadas, afeminadas y
refinadas. Por lo tanto, viene a ser la manera en la que Van Gogh sentía al
pintor Gauguin.
"Autorretrato" o "Autorretrato como un bonzo dedicado a Gauguin". |
Para finalizar, debemos citar los propios autorretratos del
pintor holandés. Al llegar a Arles, su vida da un cambio radical y se torna a
pura celeridad y confusión. Su alimentación es mala y escasa, su descanso prácticamente
nulo y su consumo de alcohol, tabaco y café se vuelve excesivo. Pero llega a un
momento en el que teme por su propia salud, por lo que postula buenas maneras
para él mismo, lo que se conoce como “vivir como un monje que fuera al burdel
una vez por quincena”.
Por lo que tenemos una extraña aspiración trascendental,
un tanto monacal que se refleja en su autorretrato
de septiembre del 1888. Se presenta así mismo con la cabeza rapada, intentando
reflejarse como un sacerdote y en el cuello muestra un broche que acentúa la
presión del rostro. La mirada se vuelve más profunda y llena de misticismo
gracias a la oblicuidad con la que dota sus ojos, intentando representarse como
un “un bonzo simple, adorador del eterno Buda”. Por otro lado, en “Autorretrato
con la oreja vendada” vemos el declive de la vida de Vincent.
"Autorretrato con oreja vendada" |
La representación
de su propia figura siempre le resultó confusa y por ello pasa por tantas fases
como sus estados anímicos y en consecuencia, nos resulta tan dispar. Pero en un
principio se trataba una vez más de intercambios con su fiel amigo Gauguin, el
cual le mandaba obras como “Los miserables”. Por lo que el primer retrato
comentado fue un mensaje de consuelo a sus amigos artistas, un cuadro
tranquilizador sobre la situación del artista. Lo que no se esperaban es lo que
sucedería tras la realización del segundo, donde vemos a un hombre
absolutamente vencido y resignado. La obra está realizada poco después de su
salida del hospital tras el infructuoso y famoso suceso de la oreja que ha
provocado una sarta de rumores en la historia rosa del arte. Lo único relevante
a destacar, es que su alma se encontraba en un momento de tensión máxima, de
incomprensión y desconsuelo profundo. Transmite una mirada perdida, un rostro imperturbable,
que oculta horrores interiores. Sentimientos que le llevarán a finalizar con su
vida mediante un fortuito tiro en los campos cercanos a Auvers-Sur-Oise en
julio del 1890.
Con este último punto, damos por finalizado el apartado a
Van Gogh. Apartado que esperábamos llegase un poco más allá de la cotidiana
concepción del artista y que ha buscado interoizar en sus obras y personaje más
que en su trayectoria llena de baches y técnica pictórica. Temas formales que
creemos muy trabajados, mientras que la simbología y sentimentalismo oculto aún
está por lograr, ya que nunca conseguiremos sumergirnos en los recuerdos de
este gran artista incomprendido de su tiempo.
Por Fernando Malta Avis
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