miércoles, 20 de noviembre de 2013

Tercer y apartado de cierre a Vincent Van Gogh

Remate a la figura de Van Gogh: el concepto del retrato:

Para terminar con el repaso a la afamada figura de Vincent Van Gogh, procedemos a realizar una leve visión por su carácter más retratista. Abrimos el apartado del pintor con “La Berceuse”, uno de sus retratos más desconocidos y que a opinión personal, guardaba una temática digna a destacar en el blog.
“El campesino,
 retrato de Patience Escalier”

El retrato fue sin duda un paso decisivo durante su carrera, donde fundió la tradición realista traída de su propia tierra de manos de Rembrant y Hals dell XVII con su propia corriente impresionista. Concluyendo una síntesis de la figura humana en la cual el pintor nos posiciona al color como protagonista una vez más. Sin embargo, hay un gran cambio en sus series de retratos: Van Gogh busca ganarse el favor del público, intentando popularizar su uso de los pigmentos fuertes y expresivos, sin fructificación alguna.
El concepto de retrato da un paso más allá de la mano de Vincent, busca reproducir fielmente la fisonomía del personaje y añade los colores estrafalarios y oníricos, con el fin de crear una simbología propia. Uniendo un retrato fiel del exterior del personaje con unos pigmentos surrealistas para llegar a la concepción interior del retrato. Por lo que debemos entender al individuo como un arquetipo. Un ejemplo de esto serie la pareja de retratos de 1888 “El campesino, retrato de Patience Escalier” y “El poeta, retrato de Eugène Bosch”. El primero se trata de la representación de un hombre en avanzada edad que había dedicado su vida a la ganadería vacuna. Pero es transformado en el prototipo del típico campesino: con las extremidades superiores curtidas por el trabajo, la cara con señas de años de labranza y numerosos surcos y arrugas. Además le confiere un toque figurativo para resaltar aún más su profesión, viste el típico blusón azul de trabajador. Un azul intenso, que crea un contraste vivo con el naranja intenso cálido del fondo, que viene a figurar la representación de la cosecha y el ardiente sol de Mediodía. Añadiendo otro motivo más para dejar obvia la personalidad del retratado.
“El poeta, retrato de Eugène Bosch” 
Su pareja, “El poeta, retrato de Eugène Bosch” es la representación nuevamente de un amigo de Vincent, un pintor belga y con ello, cuida las formas y busca con más intencionalidad resaltar su personalidad y figura. Tras el busto del personaje vemos un cielo estrellado, de nuevo una alusión al recurso de la noche que tanto incitaba al pintor. En este caso busca figurar lo infinito mediante un intenso azul que rompe la armonía con el naranja de la cara y la chaqueta del personaje. La obra esconde la significación en este fondo de misterio y estrellas, mientras que el del campesino se hallaba totalmente despejado. Hecho que se debe a que el pintor busca llamar la atención del espectador a diferentes puntos. Para entender el concepto del campesino deben observarse con detenimiento las manos cruzadas sobre el bastón, que contrastan con el camisón de trabajo, el gorro de paja, la cara cansada y abatida tras años de intenso trabajo. Mientras que para el poeta encontramos pocos símbolos en la figura, es un rostro que esconde diferentes sentimientos y por ello tan inmenso y difícil de comprender como la propia galaxia. Un personaje misterioso y enigmático, un artista que esconde todo su pasado en su mente, por ello sobran los brazos y las ropas que pierdan la atención sobre la cara y el fondo de la obra, una extensión de la mente repleta de ideas por brotar del escritor.


"La Silla de Van Gogh"

El término “bodegón” para referirnos a Van Gogh se coge con comillas y bastante mal pinzado, ya que sus “bodegones” o representaciones de naturaleza muerta son una vez más un sentimiento escondido tras la pincelada. Recurre al símbolo de la silla vacía como el propio reflejo de su alma, por lo que en “La silla de Van Gogh” vemos como la silla recoge la pipa y tabaco del pintor, como un leve desahogo hacia sus problemas personales. Las partes del pequeño mueble como las patas y el respaldo se presentan sólidas, y el conjunto en sí es muy simple y tal es su sencillez que se ha llegado a catalogar de “viril”, del mismo modo que se catalogaban las órdenes griegos como dórico frente a las del jónico. 




"La Silla de Gauguin"
Por otro lado, tenemos “La silla de Gauguin” donde se presenta el opuesto al anterior. En el asiento descansan dos noveles como consuelo del arte en la atormentada mente del pintor, la vela nos podría remitir a un “vanita”, pero en este caso solo pretende crear sombras azuladas que llenen de contrastes el cuadro. El contrapuesto de esta silla frente a su predecesora recae en las líneas de los brazos, que se muestran más envolventes y curvadas, afeminadas y refinadas. Por lo tanto, viene a ser la manera en la que Van Gogh sentía al pintor Gauguin.




"Autorretrato" o "Autorretrato
como un bonzo dedicado
a Gauguin".
Para finalizar, debemos citar los propios autorretratos del pintor holandés. Al llegar a Arles, su vida da un cambio radical y se torna a pura celeridad y confusión. Su alimentación es mala y escasa, su descanso prácticamente nulo y su consumo de alcohol, tabaco y café se vuelve excesivo. Pero llega a un momento en el que teme por su propia salud, por lo que postula buenas maneras para él mismo, lo que se conoce como “vivir como un monje que fuera al burdel una vez por quincena”.

Por lo que tenemos una extraña aspiración trascendental, un tanto monacal que se refleja en su autorretrato de septiembre del 1888. Se presenta así mismo con la cabeza rapada, intentando reflejarse como un sacerdote y en el cuello muestra un broche que acentúa la presión del rostro. La mirada se vuelve más profunda y llena de misticismo gracias a la oblicuidad con la que dota sus ojos, intentando representarse como un “un bonzo simple, adorador del eterno Buda”. Por otro lado, en “Autorretrato con la oreja vendada” vemos el declive de la vida de Vincent.

"Autorretrato con oreja vendada"
La representación de su propia figura siempre le resultó confusa y por ello pasa por tantas fases como sus estados anímicos y en consecuencia, nos resulta tan dispar. Pero en un principio se trataba una vez más de intercambios con su fiel amigo Gauguin, el cual le mandaba obras como “Los miserables”. Por lo que el primer retrato comentado fue un mensaje de consuelo a sus amigos artistas, un cuadro tranquilizador sobre la situación del artista. Lo que no se esperaban es lo que sucedería tras la realización del segundo, donde vemos a un hombre absolutamente vencido y resignado. La obra está realizada poco después de su salida del hospital tras el infructuoso y famoso suceso de la oreja que ha provocado una sarta de rumores en la historia rosa del arte. Lo único relevante a destacar, es que su alma se encontraba en un momento de tensión máxima, de incomprensión y desconsuelo profundo. Transmite una mirada perdida, un rostro imperturbable, que oculta horrores interiores. Sentimientos que le llevarán a finalizar con su vida mediante un fortuito tiro en los campos cercanos a Auvers-Sur-Oise en julio del 1890.


Con este último punto, damos por finalizado el apartado a Van Gogh. Apartado que esperábamos llegase un poco más allá de la cotidiana concepción del artista y que ha buscado interoizar en sus obras y personaje más que en su trayectoria llena de baches y técnica pictórica. Temas formales que creemos muy trabajados, mientras que la simbología y sentimentalismo oculto aún está por lograr, ya que nunca conseguiremos sumergirnos en los recuerdos de este gran artista incomprendido de su tiempo. 

Por Fernando Malta Avis











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