martes, 14 de enero de 2014

Neoimpresionismo: Características.



Neoimpresionismo: Características.

Luis Quiñones García.

            El termino neoimpresionismo fue usado por primera vez por el crítico de arte francés Félix Fénéon en uno de sus artículos publicados en la revista belga L’ art Moderne, el 19 de Septiembre de 1886. El grupo de artistas que normalmente adscribimos a este estilo artístico es el compuesto por Seurat, Signac, Camile Pissarro y Lucien Pissarro, una serie de autores que participaron en la octava exposición impresionista disponiendo de una sala propia (Rewald, 1994). La denominación así como su colocación nada accidental en el último salón impresionista coincidían plenamente con su deseo de renovar esta corriente artística que tanto les había influido.

            Al igual que los maestros del impresionismo los artistas de la nueva Sociedad de Artistas Independientes tenían una gran admiración por la vida moderna y así lo reflejaron en sus obras y estudios, donde tampoco faltaba el paisaje y las escenas de ocio y vida burguesa (Solana, 1991). Continúan la búsqueda de la luz y el color pero pretendiendo dotar a su pintura de una técnica científica con la que calcular metódicamente la combinación de líneas, tonos y colores, siendo esta la principal diferencia con sus predecesores. Perseguían la máxima armonía en sus obras y para ello descomponían los elementos básicos de la pintura para luego recomponerlos basándose en la división del tono (Solana, 1991). Este es quizás el elemento más característico y lo que ha llevado a que sean conocidos también como divisionistas, fundamentalmente consiste en distinguir y separar los elementos que componen el color en cualquier superficie, de tal manera que los colores no se mezclan en la paleta sino que los toques de pinceladas yuxtapuestas forman puntos independientes y uniformes que se combinan en la retina del espectador (Solana, 1991).

            Entre los pintores que influyeron en su desarrollo se puede destacar a Delacroix quien, según el propio Signac, ya conocía las ventajas de la mezcla óptica y el contraste (Signac, 2013). Del mismo modo el pintor romántico también abriría el camino al abandono de los colores oscuros y terrosos de la paleta y mostraría una gran preocupación por la luz y la claridad de los colores aplicados en los lienzos. Además seria el iniciador de la teoría científica del color aplicada a la pintura y comenzaría a experimentar con una cierta yuxtaposición de colores basada en el rayado (Signac, 2013). La otra gran fuente de inspiración de Seurat y sus seguidores seria el movimiento impresionista con el que habían convivido y trabajado. Sus autores profundamente influidos por Turner y Jongkind habían desechado completamente el negro y los colores terrosos sustituyéndolos por colores más luminosos y claros que formarían parte de una paleta simplificada de siete u ocho tonos (Signac, 2013). Serían los iniciadores de la descomposición de los colores en menudas comas yuxtapuestas que se combinarían mediante la mezcla óptica del espectador. Los paisajes brillantes y luminosos quedarían ensombrecidos por la mezcla accidental de colores opuestos, lo que tendría como resultado un gris deslucido (Signac, 2013) que podría haberse evitado con la aplicación de un estricto método científico. Es precisamente esta ausencia de método la característica más criticada por los neoimpresionistas y la cuestión a la que pretenden hacer frente desde una óptica plenamente positivista (Solana, 1991), presentándose como la culminación de la evolución de la pintura hasta el momento.

            Recogiendo todas estas influencias y aportando características propias los neoimpresionistas iniciaron la línea analítica y constructiva del arte moderno que junto con Cezanne influiría en el desarrollo del cubismo y la abstracción a lo largo del siglo XX, con artistas como Kasimir, Malevich o Piet (Solana, 1991).

Bibliografía:

Rewald, J., 1994. Historia del Impresionismo. Seix Barral, Barcelona.

Signac, P., 2013. Neoimpresionismo. Casimiro, Madrid.

Solana, G., 1991. El Impresionismo. Anaya, Madrid.

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